Un elevado porcentaje de los casos de anorexia y bulimia se detectan en septiembre

Si hay una época del año en la que los padres tienen que prestar atención al comportamiento de sus hijos con respecto a la comida, es esta, las semanas previas al verano. La Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Clínico de Zaragoza atendió a lo largo del año pasado 111 nuevos casos de menores víctimas de estas patologías y, según confirma su responsable, el psiquiatra Pedro Manuel Ruiz Lázaro, un porcentaje muy elevado de estos problemas se gestaron a causa de las dietas estacionales: “Todos los años se produce un repunte epidemiológico en septiembre porque es cuando se detectan síntomas de anorexia o de bulimia pero realmente son casos que empiezan en mayo, cuando los adolescentes empiezan a hacer dieta, a quitarse alimentos o a preocuparse por las raciones para adelgazar de cara al verano”, alerta el doctor.

La cifra de nuevos casos registrados en el Clínico, centro de referencia para la atención de trastornos de la alimentación en Aragón, se mantiene en picos muy elevados desde 2012. Si antes de ese año se contabilizaban en torno a los 80 casos anuales, desde 2013 la cifra de nuevos pacientes menores de edad se mantiene por encima de los 100. El doctor Ruiz Lázaro explica que es complicado señalar un motivo que explique el incremento de la incidencia en adolescentes de trastornos como la anorexia o la bulimia, pero asegura que no es un fenómeno específico de Aragón, sino que está sucediendo en toda España.

Según su experiencia, esta tendencia al alza de los trastornos alimentarios “podría relacionarse con factores culturales o el uso de nuevas tecnologías como el Whatsapp o las redes sociales”, pero además señala que hay momentos del año más peligrosos que otros en lo relativo a los trastornos de la alimentación y el ‘efecto contagio’ entre adolescentes.

Las dietas relacionadas con la famosa operación bikini y la preparación del cuerpo de cara al verano deberían ser ya de por sí, según afirma el responsable de la unidad aragonesa, un motivo de alarma entre los padres para intentar detectar el peligro a tiempo y minimizar los daños. “Hacer dieta es un factor de riesgo muy importante, sobre todo si coincide con otros factores como baja autoestima, predisposición genética o personalidad muy perfeccionista o inestable emocionalmente”, avisa.

“Si los adolescentes plantean hacer una dieta lo aconsejable es ir con él al médico de Atención Primaria para que este valore si la necesita o no y establezca unas pautas nutricionales. Quizás más que una dieta lo que necesita es comer mejor o introducir alimentos como fruta, verdura o pescado en su alimentación”.

El repunte epidemiológico de la incidencia de estos trastornos en menores de 18 años ha traído consigo un refuerzo de las consultas y sesiones de trabajo. En 2015 el área de Psiquiatría de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria atendió 1.922 sesiones individuales, la de Psicología 1.242 y la de enfermería 3.681. Además, se celebraron más de 230 sesiones grupales y en torno a las 130 sesiones de terapia familiar por Trabajo Social. El doctor insiste de todas formas en la necesidad de mejorar los procedimientos de derivación a la UTCA y de reforzar las actividades preventivas primarias y secundarias.

FUENTE: www.heraldo.es

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