Muchos padres y profesionales opinan que es beneficioso un inicio más tardío de la escolarización formal, sin embargo hasta ahora no existían investigaciones que dieran resultados concluyentes sobre el tema. Pero un nuevo estudio encontró evidencia sólida de que la salud mental se beneficia al retrasar el ingreso al jardín de infantes (kinder).

La investigación observó concretamente que un año de retraso mejoró dramáticamente las habilidades de autorregulación, cuyos beneficios se extendían incluso hasta la niñez tardía.

De acuerdo con el paper, los niños que comenzaron el jardín de infantes un año más tarde mostraron niveles significativamente más bajos de inatención e hiperactividad, que son consideradas en conjunto como claves para la autorregulación. Los beneficios persistieron hasta la edad de 11 años.

“Encontramos que retrasar el jardín de infantes por un año redujo la inatención e hiperactividad a un 73% para un niño promedio a la edad de 11 años, y eliminó virtualmente la probabilidad de que un niño promedio a esa edad tuviera un puntaje anormal o más alto que el normal en medidas conductuales de la inatención-hiperactividad”, comenta Dee.

Los hallazgos de esta investigación, cuyos autores son Thomas Dee, Profesor de la Escuela de Graduados de Stanford y Hans Henrik Sievertsen del Instituto Nacional Danés de investigación Social, podrían ayudar a los padres en los debates actuales sobre los beneficios y desventajas de comenzar la escuela más tarde.

Aunque muchos niños en países desarrollados ahora comienzan la escuela a una edad más avanzada, un cuerpo creciente de estudios empíricos no pudo dar conclusiones que apunten a la mejora de las calificaciones o un mayor ingreso en relación a comenzar el jardín de infantes más tarde, asegura el estudio.

La investigación de Dee y Sievertsen sin embargo, provee evidencia novedosa en relación a aspectos de la salud mental que son predictores de los resultados educativos.

En la esfera psicológica, las medidas de inatención e hiperactividad – rasgos de salud mental relacionados al TDAH – reflejan efectivamente el concepto de autorregulación. Un nivel más alto de autorregulación, es decir la habilidad de una persona para controlar sus impulsos y modular su conducta en relación a la consecución de metas, se vincula generalmente con los logros del estudiante.

Mantener la concentración, estar mejor

La teoría subyacente es que los niños y adolescentes que pueden concentrarse, sentarse quietos y prestar atención por más tiempo, obtienen mejores resultados en la escuela.

El estudio de Dee encontró correlaciones similares: comparaciones de niños de 7 años que iban a la misma escuela mostraron que los alumnos con puntajes más bajos de inatención-hiperactividad tenían mejores notas en evaluaciones escolares.

Para el estudio, los investigadores utilizaron datos de una herramienta nacional que evalúa la salud mental de los niños en Dinamarca (es ampliamente utilizada internacionalmente en contextos clínicos y académicos) y lo compararon con el censo danés. Vincular ambos datos, permitió a los investigadores realizar análisis utilizando fechas de nacimiento exactas y permitiendo comparaciones robustas entre niños de edades similares.

Debido a que los niños en Dinamarca se inscriben al jardín de infantes a los 6 años, los que nacen exactamente el 31 de Diciembre deberían haber empezado el jardín de infantes más temprano ese año, mientras que aquellos que nacen un día después (1 de Enero), tendrían 6 años y 8 meses cuando comiencen la escuela formalmente.

Los investigadores se valieron de estas dos fechas como puntos de cortes para hacer comparaciones entre ambos grupos. Utilizaron muestras completas de las encuestas de salud mental reportadas por los padres; 54.241 padres respondieron cuando sus hijos tenían 7 años y 35.902 respondieron cuando los niños tenían 11 años.

Se encontraron efectos importantes en relación a una mejor salud mental consistentemente en la categoría inatención-hiperactividad, tanto para niños como para niñas.

Solo en Estados Unidos, el porcentaje de niños que entran al jardín de infantes con 6 años en vez de 5 ha crecido consistentemente un 20%, de acuerdo a este estudio. En parte, se debe a los cambios en las políticas de algunas escuelas, pero la mayor parte de los cambios se deben a decisiones de los padres.

Muchos padres optan por retrasar el jardín de infantes un año con la esperanza de darles a sus hijos más tiempo para madurar y aprender otras habilidades sociales-emocionales.

“El estudio dará alivio a aquellos que lo hayan hecho. Y para aquellos que están tomando la decisión, les dará una oportunidad de considerar los beneficios”, asegura Dee.

Los autores han notado, sin embargo, que las decisiones sobre la escolarización involucran muchos factores y esta investigación se enfoca en un área. Sugiere que las conversaciones en relación al tiempo de inicio incluyan tanto a padres como a maestros.

Dee también expresa que, aunque hay fuertes y grandes efectos en el estudio, los niños que retrasan el kindergarten en Dinamarca tienen acceso universal a razonablemente buenos pre-Kinder.

Prolongar el juego

Los resultados del estudio también se vinculan a otros que han mostrado que un período extendido de juego se traduce en beneficios para el desarrollo de la salud mental.

Como resultado, Dee tiene la esperanza de que su trabajo sirva para que se examinen los métodos de enseñanza en el jardín de infantes. Podría plantearse la pedagogía más hacia el lado de los juegos que las estructuras académicas.

Para los científicos, no solo es cuestión de la edad de inicio del jardín, si no también de qué se hace allí. Si vemos al jardín como lo que antes era el primer grado, la decisión de los padres de retrasar el ingreso de sus hijos a la escuela sería muy sabia.

Fuente: Stanford

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