En Hortaleza funciona una terraza gestionada por personas con discapacidad por trastorno mental
Hace dos años, Pilar tuvo su primer episodio psicótico. Antes de ser diagnosticada con trastorno bipolar, Pilar, 40 años, había trabajado de camarera en varios lugares. Sin embargo, después del episodio sobre lo cual no le gusta entrar en detalle, fue difícil volver a trabajar. Hace un año encontró una oportunidad en RicaMente, una terraza ubicada en el distrito de Hortaleza. Este pequeño bar restaurante situado en la Glorieta del Mar Caribe no tendría nada de especial si no fuera por una característica muy particular: es totalmente gestionado por personas con trastornos mentales.
RicaMente es un proyecto de creación de empleo protegido de la Fundación Manantial, realizado con la colaboración de la Fundación Montemadrid y Bankia. Allí los trabajadores cuentan con el apoyo de un equipo de profesionales para cualquier eventualidad. “Está muy bien porque no sientes que están haciendo caridad contigo. Me siento cuidada, pero, a la vez, una persona normal”, comenta Pilar.
Casi todos los contratos son de temporalidad indefinida, para trasmitir la sensación de estabilidad y crear un contexto de seguridad. Estos detalles hicieron toda la diferencia para Gloria, de 50 años. “Tengo una hija y con el horario especial que me dan puedo estar con ella”, cuenta esta trabajadora de RicaMente. El coordinador de Manantial Integra afirma que el contrato indefinido ha ayudado mucho a Gloria en el proceso de recuperación de la custodia de su hija. “Este trabajo lo quiero mucho y por eso doy lo mejor de mí. Ni siempre es fácil. Muchas veces chocamos, me siento perseguida… Pero sé que eso es debido a mi enfermedad”, señala Gloria.
La Fundación Manantial ha nacido en 1995 a partir de un esfuerzo de las familias de personas con enfermedades mentales graves. Hace 30 años el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó la Ley de Sanidad de 1986. Esta norma puso en marcha una reforma psiquiátrica que, a medio plazo, significó el fin de los manicomios. “Estas personas tenían que integrarse a la sociedad, pero no tenían ningún apoyo de las instituciones. En esa época la atención a quien tenía enfermedad mental era muy deficitaria”, cuenta Helena de Carlos, directora de Comunicación de la fundación.
Desde entonces, la situación ha cambiado mucho, pero los prejuicios todavía existen. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística en 2014, las personas con trastorno mental tienen la tasa de empleo más baja entre los colectivos de personas con discapacidad, un 15,8. “La imagen que muchos tienen de las personas con trastorno mental no corresponde a la realidad. De que son violentos, no saben organizarse, que no tienen higiene…”, explica Bercedo. “La única forma de reducir ese estigma es tener estas personas cerca”, concluye el coordinador de Manantial Integra.
FUENTE: http://ccaa.elpais.com