“13 Reasons Why” es una serie en Netflix que trata de una adolescente de 17 años que se suicida dejando una serie de grabaciones donde explica sus 13 razones por las cuales tomó esa decisión.

Se estrenó el 31 de marzo y al día de la fecha ya causó revuelo por hacer apología al suicidio. Es que por un lado la adolescencia es una etapa vulnerable en donde se tiende mucho a la imitación, pero por el otro, también está vigente la creencia de que el tocar la temática del suicidio se incentivaría a hacerlo, o que ante una persona que se quiere suicidar no habría nada por hacer.

El suicidio, a nivel mundial, se posiciona entre las primeras tres causas de muerte en personas de entre 15 y 44 años. En Argentina, entre la población adolescente, figura en segundo lugar, y más de la mitad de los intentos de suicidio son protagonizados por jóvenes de entre 15 y 29 años.

En los hombres la tasa de suicidios consumados cuadriplica al la de las mujeres y los métodos mayoritariamente utilizados son violentos (CIE-9 ahorcamiento, armas de fuego). En las mujeres son más frecuentes los intentos de suicidio, esto puede deberse a su preferencia por métodos suaves (por ejemplo ingesta de medicamentos, envenenamiento).

Lo anteriormente dicho demuestra la importancia de contar con estrategias para prevenir el suicidio.

¿Cómo definimos el suicidio?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las conductas suicidas van desde la ideación suicida y el intento de suicidio hasta el suicidio propiamente dicho (suicidio consumado). La ideación suicida abarca el deseo de morir, la representación del suicidio, una idea vaga sin planeamiento de la acción, idea con planeamiento inespecífico y, la más grave de todas, idea con adecuada planificación.

Esto pone de manifiesto la necesidad de identificar a los individuos en riesgo para poder brindar una asistencia adecuada que se adapte a los requerimientos de cada caso.

¿Cuál es su causa? Factores de riesgo

Aún no hay consenso en cuanto a la causa, pero se sabe que es un fenómeno multifactorial, es decir,  que responde a variables biológicas, psicológicas y sociales donde un estresor vital que supera el umbral de tolerancia de un individuo predispuesto desencadena o se suma a un determinado trastorno mental preexistente.

Se sabe que entre un 90 y 95 % de las personas que cometen un intento de suicidio padecen algún tipo de trastorno mental, (entre ellos los más comunes son depresión, alcoholismo y esquizofrenia) o enfermedades incapacitantes de curso crónico.

En cuanto a la esfera social; parecen acrecentarlo sucesos vitales estresantes tales como las crisis económicas, aislamiento social, malas relaciones interpersonales, abusos, haber sido criado en un ambiente caótico violento y negligente, fracaso escolar y presión social. Por otro lado, también influyen el abuso de sustancias, intentos de suicidio previos o tener familiares o amigos con conductas suicidas.

¿Por qué alguien intentaría suicidarse? Elementos comunes y motivos más frecuentes

A esta pregunta hay tantas respuestas como individuos en el mundo. Sin perder esto de vista podemos encontrar un elemento común en todos los suicidas (Shneidman) y es el deseo del cese de la conciencia, evadirse de algo intolerable. Es un mito muy común el pensar que el suicida no quiere vivir más (pues se ve que guarda una relación ambivalente con la vida) sino que no quiere vivir más así.

De manera secundaria pueden aparecer otros objetivos relacionados con la carencia o frustración ante un otro. Este sería el aspecto social del suicidio, la toma de posición respecto a un otro; así el intento de suicidio aparece como una forma de expresar rabia, culpa, inconformidad, frustración, agresión, reclamo de apoyo, petición de ayuda o venganza.

Así como existen factores de riesgo, existen también factores protectores. Se trata de características y recursos que se pueden potenciar o poner en marcha para contrarrestar la conducta suicida.

Todos podemos hacer algo al respecto, como familiares o amigos, como profesionales y como sociedad.

Que pueden hacer los familiares y amigos ante un intento de suicidio

Tratar de entenderlo. Se sabe que las personas suicidas mantienen una perspectiva pesimista sobre su futuro, su entorno y sobre ellos mismos, así como un estilo atribucional depresivo (Beck, Rush, Shaw y Emery, 1979). Este estilo atribucional depresivo significa que establece una causa interna, estable y global sobre los eventos negativos, por lo cual se reduce la percepción de soluciones disponibles y esto conduce a la indefensión, es decir, se anulan los intentos de buscar alternativas para resolver una situación (o conjunto de situaciones) y esto produce mucho malestar, porque se genera la sensación de que haga lo que haga no va a poder cambiar el curso de las cosas.

Actuar desde el respeto, no retarlo ni intervenir desde la sanción moral. Pensar que esta persona percibe que está pasando por una situación muy difícil, que no tiene los recursos suficientes para afrontarla y desde su lógica, el suicidio se le presenta como la única alternativa posible, por lo que se recomienda no reprocharle su manera de pensar o actuar.

Tomar en serio las ideaciones suicidas y amenazas.No es conveniente desafiarlo, ni utilizar sarcasmos. Tampoco presuponer que lo que quiere es llamar la atención (esto puede aparecer de manera secundaria, porque por el hecho de utilizar el suicidio como medio para este fin de todas formas muestra una marcada desvalorización de la propia vida).

Preguntar directamente sobre los pensamientos suicidas, sin temor, con aceptación.Contrariamente a lo que se cree, hablar acerca del suicidio puede reducir el riesgo de otro intento.  Hablar abiertamente sobre el suicidio nos permite conocer los motivos que le llevan a querer acabar con su vida y barajar alternativas de solucionarlo o brindar apoyo emocional si ya no tiene solución.

Privilegiar la escucha activa.Esto implica escuchar con atención y empatía, facilitar el uso del discurso, no impedir el llanto o la expresión de emociones.

Ayudarle a explorar otras opciones más allá de la autodestrucción, aunque en este momento le parezcan inverosímiles. Ayudarle a buscar ayuda profesional. No dejarlo solo (pero que tampoco sienta que se lo está controlando todo el tiempo) y restringirle el acceso a medios letales.

Estar atento a las señales de alarma.

Hacerle ver que no está solo, transmitir esperanza en el futuro; sirve mucho hacer planes o proyectos. Alentar a que busque ayuda profesional. Idear juntos un plan de acción en caso de que se vuelva a sentir mal, etc.

Conocer los Mitos y Realidades sobre el Suicidio

(CUADRO A) – Imagen: Psyciencia.com

¿Qué podemos hacer como sociedad para prevenir el suicidio?

Un programa de prevención debe proporcionar las herramientas para evitar el primer intento suicida, su desenlace fatal y su repetición. Para esto es necesario:

Capacitar a profesionales de atención primaria en detección del potencial riesgo suicida y posterior derivación a profesionales de la salud mental.

Poner en marcha programas de prevención para toda la comunidad ya que cualquiera puede transformarse en agente de salud (Ver “Qué pueden hacer familiares y amigos…”).

Erradicar mitos, educando a la comunidad (Cuadro B).

Se sabe que la divulgación sensacionalista por parte de los medios de comunicación acerca de los suicidios (especialmente si se trata de celebridades) tienen un impacto directo en su aumento en la población. Especialmente en los adolescentes (grupo de riesgo) se da un factor llamado “Efecto de la identificación (Werhter)”. La conducta suicida de una persona puede desencadenar otra similar entre su grupo de pertenencia. Los medios deberían abstenerse de publicar fotos y hacer comentarios sensacionalistas al respecto.

(CUADRO B) – Imagen: Psyciencia.com

¿Qué podemos hacer los profesionales de la salud mental?

Detección y elementos de evaluación psicológica

La herramienta más importante para la evaluación del riesgo suicida es la entrevista clínica, en donde se hace un screening de la situación del paciente. Se trata de detectar patologías, en especial depresión, bipolaridad, abuso de sustancias y trastornos de la personalidad, ya que constituyen un factor de riesgo importante.

Se evalúa si el paciente presenta ideación suicida, y en tal caso se deberá abordar qué tan frecuente e intensa es la misma, si planificó una situación específica (si es así indagar cómo, dónde y cuándo), el método y su accesibilidad al mismo, además del motivo que lo lleva a tomar semejante decisión.

Evaluar grado de esperanza/desesperanza en relación al futuro y antecedentes  propios (si hubo intentos previos, frecuencia y severidad) o familiares (prestar atención a las fechas, aniversarios), sentimiento de culpa, apoyo social (en la medida de lo posible real y percibido), valores y creencias

Otras herramientas que evalúan riesgo suicida son: Inventario de depresión de Beck, desesperanza, escala de evaluación del suicidio, escala de intención suicida, escala de riesgo suicida, reasons for living scale, etc.

Factores protectores

Elementos que no pueden faltar en un tratamiento en personas con conductas suicidas

Referencia Bibliográfica

FUENTE: www.psyciencia.com

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